ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

El trastorno por estrés postraumático se produce como consecuencia a la exposición del niño a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, o cuando observa o tiene conocimiento de una situación en la que existe una amenaza para la vida de otras personas. No todos los niños que experimentan un suceso traumático desarrollan un trastorno por estrés postraumático. La proximidad y recurrencia del suceso, las habilidades de afrontamiento y los recursos de apoyo familiares y sociales del niño, influyen en la aparición o no del trastorno.

El trastorno se diagnostica únicamente si los síntomas persisten más de un mes y si repercuten negativamente en la vida del niño.

Los síntomas más frecuentes son:

• La presencia de pesadillas.
• Recuerdos recurrentes.
• La reexperimentación del trauma, que se puede reflejar en el niño a través de juegos repetitivos.
• Evitación de conversaciones, lugares o actividades asociadas con el trauma.
• Dificultad para concentrarse, hipervigilancia, insomnio, dolores de estómago y de cabeza, etc.
• Interferencia en la vida personal social y escolar del niño: pérdida de amistades, bajo rendimiento académico, rechazo de sus compañeros, etc.

Los síntomas suelen iniciarse tres meses después del suceso traumático, aunque pueden aparecer meses o años más tarde.

La mayoría de los niños se recuperan del impacto producido por una vivencia traumática en un corto periodo de tiempo. Sin embargo, si transcurrido un mes el niño todavía manifiesta síntomas de estrés, se recomienda tratamiento psicológico. La detección e intervención tan pronto como sea posible es muy importante para evitar la gravedad de los síntomas y mejorar la calidad de vida de los niños.